EL AFUERA, un ensayo político de mujeres
El Movimiento Rebelde del Afuera es resultado de mi reflexión teórica en torno a las prácticas políticas del Movimiento de Mujeres y, especialmente, del Movimiento Feminista chileno y latinoamericano, en los cuales he participado activamente formando espacios políticos.
¿Qué propone el MRA? ¿En qué historia se reconoce? ¿En qué consisten sus prácticas? Son algunas de las preguntas que intentaré desarrollar a continuación.
El Afuera propone ensayar otras maneras de relación, ejerciendo el pensamiento crítico y la capacidad de estar expresadas sin negociación y sin presiones, asumiendo los riesgos, las libertades y las alegrías que esto conlleva.
El Afuera es un espacio político y filosófico, integrado por mujeres, con metas y prioridades concretas, con el compromiso de conocer e ir construyendo una historia propia desde esta otra mirada, desde esta otra esquina, con liderazgos reconocidos con nombres y apellidos, donde cada integrante re-diseñe su vida y sus deseos en un horizonte político.
El Afuera se reconoce en una historia de feministas, mujeres pensantes y radicales, como lo fueron (y lo son) Virginia Woolf, Simone de Beauvoir, Kate Millet, Shulamith Firestone, Carla Lonzi, Adrienne Rich, Sheyla Jeffreys, por nombrar algunas, y rechaza la complicidad con los feminismos absorbidos por la masculinidad y su academia, especialmente los de las últimas décadas (igualitaristas, posmodernos, institucionales, ninis, autónomos, queer…).
El Afuera intenta construir polos de referencia consistentes que contengan la propuesta de una civilización distinta, basada en el respeto y no en el odio/amor; en la independencia y no en la simbiosis; en la buena vida y no en el sacrificio; en el amor propio y en el respeto al otro/otra, en la libertad y no en la negociación; y lo más importante, en la horizontalidad y no en la dinámica del dominio y sus igualdades.
Estos polos de referencia han de ser atractivos y provocadores para aquéllas (os) que estén dispuestas a desprenderse de la cultura vigente, con su sistema de valores y “nichos protectores”, cultura que avanza vertiginosamente hacia la deshumanización y destrucción, como bien sabemos.
Sin embargo, dada la experiencia y el agotamiento que implica estar constantemente legitimándonos como mujeres políticas, exigimos, desde hace tiempo, que cada mujer que entra como actuante a nuestro movimiento, tenga la información necesaria y desarrolle la conciencia e imaginación para hacer su propia reflexión y acción política a partir de la propuesta ética y política del Afuera, sin dejar de reconocer y validar la historia de mujeres que existe detrás.
Rechazamos rotundamente la complicidad con este sistema civilizatorio que depreda la naturaleza y a los seres humanos.
El Afuera como movimiento político no está ni puede estar fuera del mundo, porque es un ojo atento que cuestiona constantemente el mundo, sus procesos y modos de relación, develando sus mecanismos de depredación. El Afuera sí consiste en estar fuera del sistema y sus prácticas, rechazando la idea de que éste es perfectible y el único posible, y asumiendo que es un continuo histórico perverso construido desde lo humano y que se puede deconstruir desde allí. El Afuera propone un ser humano y, especialmente, una ser humana atentos al adoctrinamiento cultural, jamás creyentes.
Hemos aprendido a cuestionarlo todo y no sólo a cuestionarlo, sino también, nos gusten o no nos gusten, a desprendernos -con todas sus deformaciones- de los valores e instituciones legitimados por la cultura vigente, y que operan eficientemente en lo íntimo, privado y público.
En el sistema actual las relaciones están impregnadas de dominio, incluidas la relación con nosotras mismas, la relación madre/hij@s y el sistema familista/parejil. El dominio se considera legítimo y natural en esta cultura, porque está anclado en las ideas de superioridad y consaguinidad. Esto traspasa tanto la historia como las relaciones cotidianas y se hace patente cuando intervienen los infinitos cortes/conflictos que nos hacen vivir en permanente lucha, como la edad, el color de la piel, la clase social, etc., teniendo una base sólida que es el odio contra las mujeres. Las mujeres vivimos en esta civilización misógina con una historia dramática y anónima de persecución, maltrato y muerte. Fundamentalmente, se nos ha robado nuestra dimensión humana y pensante, y nuestra Historia. Esta experiencia hace posible todas las otras discriminaciones. Pero también hace posible que las mujeres construyamos una civilización otra, distinta –en todo- a la actual, de la que no hemos sido gestoras. Valdrá la pena entonces…
Margarita Pisano